Debido a
la gran cantidad de consultas que he recibido sobre cómo hacer plantaciones de
olivos y su mantenimiento posterior en Galicia y la escasez de información
técnica existente orientada a nuestra comunidad, me apetece plasmar sobre papel ciertas opiniones
contrastadas y conclusiones sacadas de mi propia experiencia, por si a alguien
le pudiera servir de ayuda.
Precisamente,
a eso me refiero, cada cual que haga las cosas como quiera, si alguien tiene
una forma mejor o que a él se lo parece, que no haga caso de mis opiniones en
este texto.
Aunque
llevo viviendo en Ourense desde hace cerca de 30 años, he nacido en un pueblo
de Badajoz llamado Castilblanco de los Montes, zona tradicionalmente olivarera
y ovina ganadera. Variando ligeramente la famosa frase del vasco y abriendo una
pequeña línea sarcástica, diré que los gallegos nacemos donde nos da la gana.
De hecho
cuando se dice de alguien que “lo ha mamado”, no es literal. En mi caso sí. Cuando
tenía alrededor de 5 o 6 años y correteaba por las calles de mi pueblo y fincas
limítrofes repletas de olivos y molinos de aceite, una de las típicas pruebas a
superar para entrar a formar parte de la pandilla de amiguetes, era beber un
sorbo de alpechín. El alpechín es el líquido negruzco, maloliente y de sabor
nauseabundo que se extrae de la aceituna en el proceso de elaboración del
aceite de oliva. Es el agua vegetal contenida dentro del fruto. Hoy en día, es
de obligado almacenamiento para ser reciclado y está totalmente prohibido el
vertido a las fincas como antaño, por tratarse de un residuo toxico que iría a
parar a los acuíferos.
Por aquel
entonces, como tantas cosas, ello no estaba ni analizado ni controlado y el
alpechín manaba a chorros detrás de la almazara del pueblo. (Almazara = Molino
de aceite) Como la almazara se encontraba sobre una especie de pequeña colina,
el reguero de alpechín discurría, ladera abajo y daba mucho juego para unos
chavales sin play station ni coches teledirigidos. Hablo del año 1972 cuando
improvisábamos nuestro propio tobogán llamado “El arrastraero”. En cuclillas y
colocándonos en una posición atlética, nos deslizábamos colina abajo sobre ese
especie de barro. A ningún niño hoy se le ocurriría tal pasatiempo, sin embargo
para nosotros era nuestra Xbox. Más
adelante, con los años, lo relacionado con la olivicultura y el aceite de oliva
se volvió menos divertido, ya tocaba ir a recolectar aceitunas en pleno
diciembre, varear, recoger las mantas cargas de fruto, cribarlo para eliminar
la hojas y llenar los sacos antes de llevarlos al molino de la cooperativa
municipal.. Si la cosecha era más tardía, la recolección era más dura ya que
por estar el fruto más maduro, éste ya se encontraba en el suelo y había que
recogerlo uno a uno, en muchos casos pegados en los charquitos congelados que
la noche y las bajas temperaturas habían originado. En otra época tocaba ir a
“esmamonar” que es como se le llama a la tarea de eliminar los mamones, los
chupones del tronco o “esmochar” que es el trabajo que consiste en podar cada
olivo. Ya no era tan divertido.


Reguero de alpechín vertido
al campo y balsa de alpechín a la intemperie, ya deshidratado.
Volviendo
a Galicia, aquí ya tenemos una, aunque corta, intensa experiencia en plantaciones. Unas
exitosas y otras desastrosas.
Cuando
digo exitosas, me refiero a olivos plantados hace 4 o 5 años, que alcanzan al
menos los dos metros, con un volumen de copa lógico para esa edad y lo más
importante, con producción acorde con su edad y por estos lares donde el clima
y las horas de sol, no son más las óptimas, pero donde todavía estamos dentro
de los márgenes de producción y rentabilidad.
Por otro
lado, cuando digo desastrosas, me refiero a olivos plantados en fincas no
apropiadas, por el tipo de tierra, por tratarse de zonas fácilmente
encharcables, enemigo natural del olivo, o simplemente por la falta de cuidados
o por haber dado las atenciones equivocadas. Aunque muchas plantaciones han
tenido y están teniendo éxito, son varias decenas de miles los olivos que se
han plantado desde el año 2010, llegados del vivero con un tamaño de alrededor
de 25cm, 30cm y aún hoy, dos años después siguen en 30cm, 40cm o 50cm. En mi
opinión, fracaso total y pérdida de tiempo por no hablar de la perdida de
ilusión. Esto último es lo que más valoro, tanto en el éxito como en el
fracaso. Independientemente del dinero que hayamos invertido en la plantación,
si al ver que no crece o se seca, nos invade la desilusión, después de la
inversión, las horas de atenciones y productos aplicados buscando un
crecimiento y una rentabilidad posterior, en esa situación, el dinero pasa a un
segundo plano y vienen los cabreos.
Como suelo
decir, el barbero es el único que aprende en la cabeza de los demás. Digo esto
porque aunque ahora mis plantaciones estás más o menos saneadas y algunas en
producción, he pasado por lo que relataba anteriormente, por la pérdida de
ilusión, al comprobar que parte de mis olivos se paraban, no crecían, estaban
tristones y con falta de vigor.
Cuando
realicé mi primera plantación de 5500 olivos, unos 3000 eran como los que
describí anteriormente, 30cm o poco más.
Pasados un par de años, todo eso se traduce en un cabreo que incluso en
una plantación de 7 hectáreas, llegué a no ir a ciertas zonas de la misma por
no cabrearme más. De hecho solo mimaba los de las zonas donde crecían
adecuadamente, los “malos” incluso dejé de atenderlos.
Tras
realizar varios cambios, habiendo perdido dos años de crecimiento (y de
ilusión), ya vuelvo a ir a esa zona, hoy mismo, ya veo olivos, pequeños pero da
gusto verlos brotar y coger de nuevo el ritmo perdido. Son olivos nuevos de
1.5m de altura al plantarlos.
Arbequina arrancada después de 2 años sin apenas crecimiento ni raíces.
Concretamente,
los cambios realizados han sido arrancar los arbequina de 30 cm. “Con dios
vayan. Plantar olivos de la variedad Cobransosa de 1.5 m y dos años en vivero.
Espaciar el marco de plantación de 4 m X 1.50 m a 4 m X 3 m.
La
diferencia es abismal, los olivos eliminados estaban como el día que se
plantaron, dos años después, seguían en sus 30 cm, 40 cm y alguno de 90 cm…pero
estos últimos se cuentan con los dedos de las manos.
Por algún
motivo, estos nuevos olivos de alrededor de 1.5 m tienen copita, alguno, en su
primer invierno, ha producido 5 o 6 aceitunas y ya tienen otro porte. Como
decía antes, ahora veo olivos.
Esta
experiencia, reafirma mi convencimiento que el cultivo de la aceituna en
Galicia, al menos los primeros años hasta que los números nos atraigan más que
el crecimiento de la planta, todo es cuestión de ilusión.
Como base
para ir adquiriendo experiencia y conocimientos, aparte de esa finca con 5500
olivos de siete variedades de dos años, por otro lado dispongo de 225 olivos
centenarios de las variedades brava, mansa gallega más algunas variedades desconocidas
por el momento. Sobre esto último, decir que cada informe de identificación
varietal, me cuesta 121€ y no tengo prisa por conocer cuántas variedades tengo,
si son conocidas o nuevos hallazgos.
De “lo
mamado”, de la reciente experiencia propia, de libros y varios cursos de
olivicultura, elaboración de aceite y de cata, es de donde voy sacando mi
humilde opinión pero sobre todo aprendiendo cada día en diferentes plantaciones
de Galicia.
Por otro
lado, de un tiempo a esta parte he realizado varias plantaciones para terceros
en las provincias de Pontevedra y Ourense, lo que me ha servido para aprender
en fincas con diferentes condiciones a las mías.
Son miles
los manuales, libros y consejos de como plantar olivos y como mantenerlos
después, tanto a nivel de abonos como de cuidados contra enfermedades y plagas.
Pero aquí es otra historia, al menos
desde mi punto de vista. “Galicia is diferent”. Aunque parezca un slogan no
falto de cierta obviedad y romanticismo, a nivel de tierra, clima y falta de
experiencia en este cultivo nada propio de estos lares, Galicia es diferente
para según qué cosas y la olivicultura es una de ellas.
Cuando los
romanos se asentaron en Galicia, para extraer oro en las zonas del Valle de
Quiroga y alrededores, trajeron consigo sus costumbres. Entre ellas, el cultivo
del olivo que fue propagado por todo el territorio gallego.
Ya en la
época de los Reyes Católicos, éstos encomendaron Gaspar de Guzmán, conde duque
de olivares, la repoblación de zonas del sur de España con ayudas y cultivos
que permitieran asentamientos en zonas despobladas. Para poblar Andalucía de
gentes y del cultivo del olivo, algunas de las medidas tomadas en aquella
época, fueron imponer un canon de 4 reales por olivo en Galicia o la tala de
los mismos. Ello favorecería la proliferación de estos cultivos por Andalucía y
de paso el conde duque realzaba sus intereses en plantaciones propias en las
inmediaciones de Sevilla. Decir que se eximía a la iglesia de pagar dicho
impuesto y se permitía conservar los individuos plantados en las inmediaciones
de templos, iglesias, catedrales y cementerios para el aprovechamiento de sus
ramas en fechas pascuales.
Como en
aquella época, la mayoría de propietarios no estaban dispuestos al pagar
impuestos por un árbol, la mayoría se decantaron por arrancar o talarlos.
Algunas
zonas recónditas en aquella época, se entiende que por falta de control, se
fueron librando del pago del canon e incluso de arrancar los olivos. Por tal
motivo hoy en día quedan enclaves como Quiroga, Monterrei, La Mezquita, Arbo,
Feces de Cima e infinidad de lugares en Galicia, donde abundan los olivos,
tanto pequeños grupos de apenas unos ejemplares, como verdaderas plantaciones
de cientos de individuos con tamaños mastodónticos.
Aunque las
diferentes versiones de la historia del olivo en Galicia pueden diferir
ligeramente, todas ellas tienen esta base común.
Plantación de olivos centenarios en O Hermidón (LU).
Me voy a
quedar en que el cultivo del olivo aquí, no es lo mismo que allí.
Entre
muchos factores, el olivo, aunque según la variedad puede variar, necesitará
ciertos valores de pluviometría, insolación, frio, calor, nutrientes,
características del suelo entre otros.
Aparte de
mi propia experiencia, tanto a nivel de vegetación como a nivel de producción
en plantaciones recientes, existen un
par de indicadores que no podemos dejar de lado y merece la pena citar.
Uno, es el
hecho de que Ourense, concretamente, está a 149 km de Mirandela y una distancia
similar de Valpaços. En esta zona del norte de Portugal, desde siempre han
existido plantaciones de olivos exitosas y aún hoy se aprovecha agronómicamente
dicho cultivo. Para quien no haya estado en esa zona, decirle que en según qué
lugar concreto te detengas en la carretera, podrás imaginarte perfectamente que
está en la Provincia de Jaén o Córdoba. Claro, sin moverte mucho. No pretendas
recorrer kilómetros y kilómetros sin perder de vista los olivos perfectamente
alineados. No, en Mirandela, para tener esa sensación, tendrás que detenerte en
cierto lugar y todo a tu alrededor, verás olivos centenarios alineados. Luego
según sigues circulando por la zona te impresionará la cantidad de fincas con
plantaciones tanto centenarias como recientes, algunas relativamente grandes,
que verás cada pocos cientos de metros a los dos lados de las carreteras o autovía.
Por la A55/A3, de Tuy a Braga, también se ven, ya más espaciados pero
verdaderos monstruos mastodónticos, que las gentes de la zona aún cuidan y aprovechan su
fruto para hacer un aceite virgen extra algo más basto que el español, pero
virgen extra al fin y al cabo.

Olivar en Ares da
Serra, Mirandela PT
No es
Andalucía pero se le parece. Pues a lo que voy, si en un lugar tan cercano a
Ourense o a Galicia, la olivicultura es un cultivo rentable y con tradición, no
creo que el clima y la tierra sean tan, tan diferente a los de nuestra zona.
 |
En verano, Bouça, Mirandela PT |

En invierno, Bouça, Mirandela PT
Otro
indicador que me hace seguir con la idea de que en Galicia, el olivo puede ser
rentable, es el hecho de que en zonas como el valle de Quiroga, alrededores de
Verín y otras zonas de Galicia como he citado antes, siguen existiendo olivos,
unos abandonados y otros recibiendo cuidados, que según he podido comprobar con
mis propios ojos, algunos individuos producen 45, 80 y 125 kilos de aceituna
cada uno. Pues bien, si esos olivos producen, no veo por qué en otras zonas de
nuestra comunidad, no se pueden obtener
producciones de 20kg, 25kg por olivo en un plazo de 15 o 20 años.
Seguramente
haya que tratar la plantación y el suelo de forma diferente a como lo hacían o
siguen haciendo en esas zonas, pero la lógica y lo ya experimentado, me indican
que es posible.
Imágen tomada en
septiembre de 2016 en O Ivedo, Lugo (Valle de Quiroga)
La
realidad de Galicia, desde hace unos años, es que muchos agricultores han
realizado sus plantaciones en marco superintensivo y ahora se dan cuenta que no
van a mecanizar los trabajos. Con lo cual, se encuentran con varios problemas:
Han plantado en un marco que producirá menos pero tendrán que hacer los
trabajos de un marco que cuesta más mantener. O sea que han elegido los
extremos opuestos. Produzco menos y gasto más. No nos olvidemos que podar a
mano 1800 olivos por hectárea nos llevará unos días (unos jornales). Lo mismo
sucede con la recolección sin cabalgadora ni carrito paraguas.
Olivos centenarios en
Feces de Cima (Ourense)
Siempre
queda la opción que están adoptando algunos agricultores que conozco, que es
arrancar uno o dos olivos cada tres. Obteniendo de esta forma distancias de 3m
o 4m de olivo a olivo en vez de 1.5m.
Enlaces a entradas sobre técnicas de cultivo del olivo en Galicia:
Temas pendientes de redactar :
-ENFERMEDADES
Y PLAGAS.
-CUIDADOS GENERALES.
-RIEGO.
-LA
COSECHA.
-EL ACEITE
DE OLIVA VIRGEN EXTRA.
-INVERSION
Y GASTOS ANUALES.
-PREVISIÓN DE AMORTIZACIÓN
Y RENTABILIDAD