miércoles, 14 de diciembre de 2016

Variedades de olivo gallegos en la colección mundial de variedades

La empresa Aceites Jose Galan, SL contribuye al enriquecimiento del catálogo de variedades de olivo. Esta colección está compuesta por 900 variedades de olivos de todo el mundo y pertenece a la Colección Mundial de Variedades de Olivo del Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (IFAPA), Banco mundial del germoplasma del olivo, CAP-UCO.


Hoy la empresa acaba de ceder varios olivos de la variedad Brava Gallega y otra todavía sin nombre, pasando la colección a 902 variedades. Las dos variedades autóctonas de Galicia han sido identificadas por la Universidad de Córdoba, banco mundial de germoplasma del olivo a través de su ADN y descubierto que son únicas en el mundo.
En dicha plantación ubicada en Córdoba, se pueden encontrar ejemplares de España, Italia, Grecia, Turquía, Líbano, Australia y del resto del mundo donde haya olivos. Desde hoy ya están también presentes para su custodia e investigación estas dos variedades gallegas.





Desde 2012, la empresa Aceites Jose Galan, SL está llevando a cabo un proyecto de recuperación y multiplicación de las variedades de olivos autóctonos de Galicia y continúa con su búsqueda e identificación de las mismas. Con ello pretende mantener a salvo de su desaparición estos olivos centenarios traídos a Galicia por los romanos y poner a disposición del mercado de la olivicultura gallega, variedades adaptadas al clima y terreno de esta comunidad. La empresa se ha comprometido a seguir aportando a la colección mundial, más variedades gallegas que se vayan descubriendo.







domingo, 11 de diciembre de 2016

Olivicultura moderna en Galicia Olivos centenarios y jóvenes

Debido a la gran cantidad de consultas que he recibido sobre cómo hacer plantaciones de olivos y su mantenimiento posterior en Galicia y la escasez de información técnica existente orientada a nuestra comunidad, me apetece plasmar sobre papel ciertas opiniones contrastadas y conclusiones sacadas de mi propia experiencia, por si a alguien le pudiera servir de ayuda.
Precisamente, a eso me refiero, cada cual que haga las cosas como quiera, si alguien tiene una forma mejor o que a él se lo parece, que no haga caso de mis opiniones en este texto.

Aunque llevo viviendo en Ourense desde hace cerca de 30 años, he nacido en un pueblo de Badajoz llamado Castilblanco de los Montes, zona tradicionalmente olivarera y ovina ganadera. Variando ligeramente la famosa frase del vasco y abriendo una pequeña línea sarcástica, diré que los gallegos nacemos donde nos da la gana.

De hecho cuando se dice de alguien que “lo ha mamado”, no es literal. En mi caso sí. Cuando tenía alrededor de 5 o 6 años y correteaba por las calles de mi pueblo y fincas limítrofes repletas de olivos y molinos de aceite, una de las típicas pruebas a superar para entrar a formar parte de la pandilla de amiguetes, era beber un sorbo de alpechín. El alpechín es el líquido negruzco, maloliente y de sabor nauseabundo que se extrae de la aceituna en el proceso de elaboración del aceite de oliva. Es el agua vegetal contenida dentro del fruto. Hoy en día, es de obligado almacenamiento para ser reciclado y está totalmente prohibido el vertido a las fincas como antaño, por tratarse de un residuo toxico que iría a parar a los acuíferos.





Por aquel entonces, como tantas cosas, ello no estaba ni analizado ni controlado y el alpechín manaba a chorros detrás de la almazara del pueblo. (Almazara = Molino de aceite) Como la almazara se encontraba sobre una especie de pequeña colina, el reguero de alpechín discurría, ladera abajo y daba mucho juego para unos chavales sin play station ni coches teledirigidos. Hablo del año 1972 cuando improvisábamos nuestro propio tobogán llamado “El arrastraero”. En cuclillas y colocándonos en una posición atlética, nos deslizábamos colina abajo sobre ese especie de barro. A ningún niño hoy se le ocurriría tal pasatiempo, sin embargo para nosotros era nuestra Xbox.  Más adelante, con los años, lo relacionado con la olivicultura y el aceite de oliva se volvió menos divertido, ya tocaba ir a recolectar aceitunas en pleno diciembre, varear, recoger las mantas cargas de fruto, cribarlo para eliminar la hojas y llenar los sacos antes de llevarlos al molino de la cooperativa municipal.. Si la cosecha era más tardía, la recolección era más dura ya que por estar el fruto más maduro, éste ya se encontraba en el suelo y había que recogerlo uno a uno, en muchos casos pegados en los charquitos congelados que la noche y las bajas temperaturas habían originado. En otra época tocaba ir a “esmamonar” que es como se le llama a la tarea de eliminar los mamones, los chupones del tronco o “esmochar” que es el trabajo que consiste en podar cada olivo. Ya no era tan divertido.

Reguero de alpechín vertido al campo y balsa de alpechín a la intemperie, ya deshidratado.

Volviendo a Galicia, aquí ya tenemos una, aunque corta,  intensa experiencia en plantaciones. Unas exitosas y otras desastrosas.
Cuando digo exitosas, me refiero a olivos plantados hace 4 o 5 años, que alcanzan al menos los dos metros, con un volumen de copa lógico para esa edad y lo más importante, con producción acorde con su edad y por estos lares donde el clima y las horas de sol, no son más las óptimas, pero donde todavía estamos dentro de los márgenes de producción y rentabilidad.

Por otro lado, cuando digo desastrosas, me refiero a olivos plantados en fincas no apropiadas, por el tipo de tierra, por tratarse de zonas fácilmente encharcables, enemigo natural del olivo, o simplemente por la falta de cuidados o por haber dado las atenciones equivocadas. Aunque muchas plantaciones han tenido y están teniendo éxito, son varias decenas de miles los olivos que se han plantado desde el año 2010, llegados del vivero con un tamaño de alrededor de 25cm, 30cm y aún hoy, dos años después siguen en 30cm, 40cm o 50cm. En mi opinión, fracaso total y pérdida de tiempo por no hablar de la perdida de ilusión. Esto último es lo que más valoro, tanto en el éxito como en el fracaso. Independientemente del dinero que hayamos invertido en la plantación, si al ver que no crece o se seca, nos invade la desilusión, después de la inversión, las horas de atenciones y productos aplicados buscando un crecimiento y una rentabilidad posterior, en esa situación, el dinero pasa a un segundo plano y vienen los cabreos.

Como suelo decir, el barbero es el único que aprende en la cabeza de los demás. Digo esto porque aunque ahora mis plantaciones estás más o menos saneadas y algunas en producción, he pasado por lo que relataba anteriormente, por la pérdida de ilusión, al comprobar que parte de mis olivos se paraban, no crecían, estaban tristones y con falta de vigor.
Cuando realicé mi primera plantación de 5500 olivos, unos 3000 eran como los que describí anteriormente, 30cm o poco más.  Pasados un par de años, todo eso se traduce en un cabreo que incluso en una plantación de 7 hectáreas, llegué a no ir a ciertas zonas de la misma por no cabrearme más. De hecho solo mimaba los de las zonas donde crecían adecuadamente, los “malos” incluso dejé de atenderlos.
Tras realizar varios cambios, habiendo perdido dos años de crecimiento (y de ilusión), ya vuelvo a ir a esa zona, hoy mismo, ya veo olivos, pequeños pero da gusto verlos brotar y coger de nuevo el ritmo perdido. Son olivos nuevos de 1.5m de altura al plantarlos.
Arbequina arrancada después de 2 años sin apenas crecimiento ni raíces.


Concretamente, los cambios realizados han sido arrancar los arbequina de 30 cm. “Con dios vayan. Plantar olivos de la variedad Cobransosa de 1.5 m y dos años en vivero. Espaciar el marco de plantación de 4 m X 1.50 m a 4 m X 3 m.
La diferencia es abismal, los olivos eliminados estaban como el día que se plantaron, dos años después, seguían en sus 30 cm, 40 cm y alguno de 90 cm…pero estos últimos se cuentan con los dedos de las manos.
Por algún motivo, estos nuevos olivos de alrededor de 1.5 m tienen copita, alguno, en su primer invierno, ha producido 5 o 6 aceitunas y ya tienen otro porte. Como decía antes, ahora veo olivos.
Esta experiencia, reafirma mi convencimiento que el cultivo de la aceituna en Galicia, al menos los primeros años hasta que los números nos atraigan más que el crecimiento de la planta, todo es cuestión de ilusión.




Como base para ir adquiriendo experiencia y conocimientos, aparte de esa finca con 5500 olivos de siete variedades de dos años, por otro lado dispongo de 225 olivos centenarios de las variedades brava, mansa gallega más algunas variedades desconocidas por el momento. Sobre esto último, decir que cada informe de identificación varietal, me cuesta 121€ y no tengo prisa por conocer cuántas variedades tengo, si son conocidas o nuevos hallazgos.

De “lo mamado”, de la reciente experiencia propia, de libros y varios cursos de olivicultura, elaboración de aceite y de cata, es de donde voy sacando mi humilde opinión pero sobre todo aprendiendo cada día en diferentes plantaciones de Galicia.
Por otro lado, de un tiempo a esta parte he realizado varias plantaciones para terceros en las provincias de Pontevedra y Ourense, lo que me ha servido para aprender en fincas con diferentes condiciones a las mías.   

Son miles los manuales, libros y consejos de como plantar olivos y como mantenerlos después, tanto a nivel de abonos como de cuidados contra enfermedades y plagas.  Pero aquí es otra historia, al menos desde mi punto de vista. “Galicia is diferent”. Aunque parezca un slogan no falto de cierta obviedad y romanticismo, a nivel de tierra, clima y falta de experiencia en este cultivo nada propio de estos lares, Galicia es diferente para según qué cosas y la olivicultura es una de ellas.

Cuando los romanos se asentaron en Galicia, para extraer oro en las zonas del Valle de Quiroga y alrededores, trajeron consigo sus costumbres. Entre ellas, el cultivo del olivo que fue propagado por todo el territorio gallego.
Ya en la época de los Reyes Católicos, éstos encomendaron Gaspar de Guzmán, conde duque de olivares, la repoblación de zonas del sur de España con ayudas y cultivos que permitieran asentamientos en zonas despobladas. Para poblar Andalucía de gentes y del cultivo del olivo, algunas de las medidas tomadas en aquella época, fueron imponer un canon de 4 reales por olivo en Galicia o la tala de los mismos. Ello favorecería la proliferación de estos cultivos por Andalucía y de paso el conde duque realzaba sus intereses en plantaciones propias en las inmediaciones de Sevilla. Decir que se eximía a la iglesia de pagar dicho impuesto y se permitía conservar los individuos plantados en las inmediaciones de templos, iglesias, catedrales y cementerios para el aprovechamiento de sus ramas en fechas pascuales.

Como en aquella época, la mayoría de propietarios no estaban dispuestos al pagar impuestos por un árbol, la mayoría se decantaron por arrancar o talarlos.
Algunas zonas recónditas en aquella época, se entiende que por falta de control, se fueron librando del pago del canon e incluso de arrancar los olivos. Por tal motivo hoy en día quedan enclaves como Quiroga, Monterrei, La Mezquita, Arbo, Feces de Cima e infinidad de lugares en Galicia, donde abundan los olivos, tanto pequeños grupos de apenas unos ejemplares, como verdaderas plantaciones de cientos de individuos con tamaños mastodónticos.
Aunque las diferentes versiones de la historia del olivo en Galicia pueden diferir ligeramente, todas ellas tienen esta base común.
Plantación de olivos centenarios en O Hermidón (LU).

Me voy a quedar en que el cultivo del olivo aquí, no es lo mismo que allí.
Entre muchos factores, el olivo, aunque según la variedad puede variar, necesitará ciertos valores de pluviometría, insolación, frio, calor, nutrientes, características del suelo entre otros.
Aparte de mi propia experiencia, tanto a nivel de vegetación como a nivel de producción en plantaciones recientes,  existen un par de indicadores que no podemos dejar de lado y merece la pena citar.

Uno, es el hecho de que Ourense, concretamente, está a 149 km de Mirandela y una distancia similar de Valpaços. En esta zona del norte de Portugal, desde siempre han existido plantaciones de olivos exitosas y aún hoy se aprovecha agronómicamente dicho cultivo. Para quien no haya estado en esa zona, decirle que en según qué lugar concreto te detengas en la carretera, podrás imaginarte perfectamente que está en la Provincia de Jaén o Córdoba. Claro, sin moverte mucho. No pretendas recorrer kilómetros y kilómetros sin perder de vista los olivos perfectamente alineados. No, en Mirandela, para tener esa sensación, tendrás que detenerte en cierto lugar y todo a tu alrededor, verás olivos centenarios alineados. Luego según sigues circulando por la zona te impresionará la cantidad de fincas con plantaciones tanto centenarias como recientes, algunas relativamente grandes, que verás cada pocos cientos de metros a los dos lados de las carreteras o autovía. Por la A55/A3, de Tuy a Braga, también se ven, ya más espaciados pero verdaderos monstruos mastodónticos, que las gentes de la zona aún cuidan y aprovechan su fruto para hacer un aceite virgen extra algo más basto que el español, pero virgen extra al fin y al cabo.

Olivar en Ares da Serra, Mirandela PT

No es Andalucía pero se le parece. Pues a lo que voy, si en un lugar tan cercano a Ourense o a Galicia, la olivicultura es un cultivo rentable y con tradición, no creo que el clima y la tierra sean tan, tan diferente a los de nuestra zona.

En verano, Bouça, Mirandela PT





En invierno, Bouça, Mirandela PT

Otro indicador que me hace seguir con la idea de que en Galicia, el olivo puede ser rentable, es el hecho de que en zonas como el valle de Quiroga, alrededores de Verín y otras zonas de Galicia como he citado antes, siguen existiendo olivos, unos abandonados y otros recibiendo cuidados, que según he podido comprobar con mis propios ojos, algunos individuos producen 45, 80 y 125 kilos de aceituna cada uno. Pues bien, si esos olivos producen, no veo por qué en otras zonas de nuestra comunidad, no  se pueden obtener producciones de 20kg, 25kg por olivo en un plazo de 15 o 20 años.

Seguramente haya que tratar la plantación y el suelo de forma diferente a como lo hacían o siguen haciendo en esas zonas, pero la lógica y lo ya experimentado, me indican que es posible. 
Imágen tomada en septiembre de 2016 en O Ivedo, Lugo (Valle de Quiroga)

La realidad de Galicia, desde hace unos años, es que muchos agricultores han realizado sus plantaciones en marco superintensivo y ahora se dan cuenta que no van a mecanizar los trabajos. Con lo cual, se encuentran con varios problemas: Han plantado en un marco que producirá menos pero tendrán que hacer los trabajos de un marco que cuesta más mantener. O sea que han elegido los extremos opuestos. Produzco menos y gasto más. No nos olvidemos que podar a mano 1800 olivos por hectárea nos llevará unos días (unos jornales). Lo mismo sucede con la recolección sin cabalgadora ni carrito paraguas.

Olivos centenarios en Feces de Cima (Ourense)


Siempre queda la opción que están adoptando algunos agricultores que conozco, que es arrancar uno o dos olivos cada tres. Obteniendo de esta forma distancias de 3m o 4m de olivo a olivo en vez de 1.5m.

Enlaces a entradas sobre técnicas de cultivo del olivo en Galicia:









Temas pendientes de redactar :

-ENFERMEDADES Y PLAGAS.
-CUIDADOS GENERALES.
-RIEGO.
-LA COSECHA.
-EL ACEITE DE OLIVA VIRGEN EXTRA.
-INVERSION Y GASTOS ANUALES.
-PREVISIÓN DE AMORTIZACIÓN Y RENTABILIDAD